11 diciembre 2010

Anonadado me hallo.

Esta tarde, de vuelta de la biblioteca, he visto a un nota en monopatín subiendo por una calle con cierta pendiente. Sin impulsarse. Por un segundo me he quedado sin palabras. Después he visto que el monopatín tenía instalado un motor. El tío vacilaba más que desplazarse. Y entonces me pregunté: ¿es la mismísima imagen de la pereza o de la genialidad?

Yo me decanto por la segunda.

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