05 febrero 2011

Día 111. A short story.

Érase una vez la historia de dos personas. Género, edad, nacionalidad... éso no importa.

El primero era la viva imagen de la responsabilidad. Siempre había entregado los trabajos a tiempo, aunque no sacaba las mejores notas siempre eran buenas, nunca llegaba tarde a los sitios, siempre tenía en cuenta todas las posibilidades y planeaba hasta el último detalle de todo. Completamente predecible y aburrido. ¿Sabéis cuando en las películas dan un consejo al protagonista, consejo que siempre es ignorado y que hace la película más interesante? Él era el tipo de personas que les hace caso. "He dicho que os vayáis sin mí", "no salgas de casa de noche, y menos sola" o el clásico "no mires abajo".

El segundo era todo lo contrario. Siempre iba justo de dinero, pero sus muchos amigos siempre le ayudaban; dejaba todo para el último momento, pero nunca se estresaba; hacía muchos viajes y siempre vivía aventuras increíbles. Un vividor, el típico chulito que no cae bien por la envidia que le tiene la gente, alguien que ha nacido bajo una buena estrella.

Pero no sería una historia sin un final. El primero, el señor Responsabilidad, se suicidó en su propio piso, en soledad; no podía aguantar la mediocridad. Los vecinos, a los que no conocía demasiado, tardaron 4 días en darse cuenta, cuando el olor ya era insoportable. La vergüenza de la familia.

El segundo, el vividor, murió en una discoteca. 13 puñaladas en una pelea al defender a un amigo. Todo un héroe, muchos lloraron su pérdida.

Conclusión: la vida es injusta, asúmelo.

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